Los mejores RestaurantesComer Beber Amar, el verbo hecho taberna
Cuando uno pasea por la Alameda de Valencia que discurre paralela al antiguo cauce del rio Turia resulta imposible no detenerse en la profusa oferta gastronómica existente. Por allí se pueden encontrar locales locales de todo tipo que, con suerte, invitan a disfrutar de las terrazas y de paso del antiguo cauce del río Turia. Detenerse ante la puerta de Comer, Beber, Amar, en el número 38, el restaurante de Quico Vidal es nuestro objetivo hoy. Él, un antiguo profesional del mundo de los vinos valencianos, decidió cambiar de rumbo profesional y abrazar una de sus grandes pasiones, la gastronomía, abriendo en 2003 una taberna que en realidad es mucho más que eso: es un refugio entre tanta patraña para todo aquel que quiera disfrutar a lo grande. Lo suyo no es llamar la atención desde su fachada, libre de carteles, cautivadora por su terraza, sino hacerlo por lo que se encuentra en su interior, un ambiente familiar y cercano que a veces difumina las líneas que separan la restauración del calor hogareño.
Ubicado en el chaflán de un edificio de corte contemporáneo, en un local que tiempo atrás fue charcutería, Vidal encontró el espacio donde dar rienda suelta a su imaginación comestible, esa que nacía entre paseos por el Mercado Central de la ciudad. Se rodeó de un equipo de profesionales afinado con el tiempo y se dispuso a poner en práctica su propia filosofía. Hoy, él se considera más un jarrón chino que otra cosa, pero junto a Tomás Ortega, jefe de sala y socio, y con Mariola Wisniewska como jefa de cocina, los clientes entran y salen sin parar haciendo del boca oreja la respuesta al alboroto, siempre sinónimo de éxito.
Lo que aquí encontramos es una carta diversa, cambiante y sobre todo muy sabrosa que navega entre clásicos sencillos e ideas más actualizadas y que reflejan a la perfección la identidad de Quico. El restaurante se ha convertido en el destino perfecto para quien busca la mejor materia prima. Y es que por allí desfilan algunos de los mejores productos que podemos encontrar en la Comunidad Valenciana y más allá, un show a la vista en la misma barra.
Lo de Comer Beber Amar es una clara apuesta por el producto de la mejor calidad y la cocina de siempre, la que se elaboraba en las buenas tabernas, combinada con las ideas más recientes sin perder una sencillez característica. Todo ello para dar luz a platos de inspiración mediterránea que aprovechan las bondades de la huerta, el mar y las granjas pero también de corte internacional, dando una pincelada de cocina fusión muy sugerente. Aquí hay sitio para clásicos del picoteo como las croquetas, la ensaladilla o las bravas realmente bravas en tiempo de tabúes picantes, para chacinas y embutidos selectos como esa cecina de león ahumada que acompaña unas prodigiosas alcachofas o su revuelto de setas con yema macerada en soja y jamón ibérico. Además, el cuchareo en temporada de frío gana protagonismo aprovechando excelsas legumbres, por ejemplo con su lenteja caviar con quisquillas o con los garbanzos con sobrasada.
Queda claro que Quico y su equipo sienten auténtica devoción por el mar, del que se nutren para ofrecer mariscos y pescados. Por allí desfilan gambas de Denia convertidas ya en icono marinero de la gastronomía valenciana y española y preparadas con diferentes técnicas y mucho mimo, las deliciosas tellinas o las quisquillas, otro de los productos casi imprescindibles que podemos encontrar por ejemplo en su ya popular tartar de tomates con quisquilla y ajo blanco. Navajas gallegas, almejas de Carril, ostras, langosta… Lo salino es omnipresente y para muestra los platos de pescado, siempre al runrún de las lonjas próximas que proveen de piezas espectaculares al restaurante: dorada a la plancha con coliflor asada, mero sobre coliflor asada, rodaballo con fondue de puerros... Los arroces estando donde estamos no podían dejar de ser la apuesta segura de cualquier comida, ya sean arroces secos o de cuchara: paella tradicional, de marisco, senyoret, de langosta, rossejat, melosos como el de faisán o fideuás con las que disfrutar de esa cocina marinera de siempre.
En el apartado de las carnes Quico y su equipo no se mueven un ápice de las líneas maestras que rigen esta carta siempre a expensas del mercado. Desde la más ortodoxa de las chuletas, por ejemplo de vaca vieja o angus, a los clásicos figatells de la cocina valenciana, el canelón de pularda o el taco de costilla y achiote, Comer beber amar demuestra ser un restaurante de mil y una caras donde tras una aparente sencillez se esconde el cariño y la pasión por el trabajo bien hecho.
Dada la carta de presentación de Vidal, cualquiera puede suponer la calidad también del apartado de vinos, con referencias locales y foráneas que garantizan variedad y el perfecto maridaje para cualquier ocasión, a lo que podemos sumar el trabajo de coctelería, donde ofrecen clásicos que aseguran la mejor de las sobremesas. De postre una versión propia y singular de las tartas de queso o chocolate, su strudel de manzana o unas fresas de Canals recogidas antes del alba para asegurar su calidad. La existencia solo tiene sentido en esos tres verbos.
Paseo de la Alameda, 38 46023 Valencia
Ciudadano del mundo y amante de la gastronomía de cualquier país. Buen bebedor de cerveza, siempre en busca del ron perfecto y distinguida compañía en torno a una mesa. Lo mejor de un restaurante puede ser su hilo musical.